viernes, 26 de diciembre de 2008

jueves, 18 de diciembre de 2008

Las letras caídas del tender. Los zapatos de oficina acechando las puertas dónde crecen las palabras como hongos. Mocasines sobre poesías varadas, atrapadas en los números de las facturas, trirurándose en trituradoras de folletos. Cuando era chica me escapaba de la clase escribiendo cualquier cosa que me pasara por la mente. También había un libro de cuentos eróticos de Anaís Nin que circulaba por arriba de las túnicas azules azules. Desde entonces las palabras como hongos. El tic tac de los relojes gatillando sobre las palabras que quieren jugar y nadie les abre la ventana.
Estoy en lo de Mompy que me ofrece cerveza y se alegra genuinamente bde verme frente al teclado para desvarar las palabras varadas y heridas.
Las noches son ahora como estar escondida en el juego de las escondidas, mientras el tic tac va pasando y una corbata invisible te persigue para que ya no vuelvas a saltar el alhambrado.
No tener computadora, la computadora rota es como estar entumecida. Las tramas enloquecidas se cruzan y hay un niño que asoma la boquita y pide leche, pide teta y le da sentido a todo como cuando el niño ha nacido. Es un diciembre de asfalto que tritura con dientes de celulares, vahos de fotocopia. Todo se rompe en mi casa de ama de llaves, llamo a los gremios para tratar de apaciguar la angustia que le provoca a la reina que ni con dinero existe lo perfecto, y algo siempre asoma su uña para desgarrar la ropa, la tecnología, los teléfonos. Es como si la casa estuviera maldita y algo siempre está condenado a romperse. Escribo y siento como si volviera a la ruta, y se encendiera la radio.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Head



sábado, 13 de diciembre de 2008

mompys window

martes, 9 de diciembre de 2008

jueves, 4 de diciembre de 2008

El tiempo detenido mientras la rueda va girando, salto como una entre mil hormigas arriba del zamba o samba del ya recuerdo Ilalpark.
Un vestido de novia avanza por un pasillo. Camino y se me caen las medias y manos de antes-ahora me arrancan los trapos viejos. Hacelo por la Candi que hay en vos, me dice mi gran amiga de siempre.
El sim del celular se volvió tarado y mompy un artista artesano. Vendo departamentos, vendo cajitas y cuadros mompys, vendo a Mompy mismo, vendo locaciones para filmar publicidades, vendo cajitas para empresas, vendo cuadro de la Egipcia en ferias con jardines y resulta que la egipcia tiene mi jeta. Intercambio mails con personas de todas las franjas y colores. Todo es como una autopista de autos silenciosos. Vendo mis servicios secretariales a una empresa inglesa prestigiosa. Ya ni me acuerdo de todo lo que vendo. Ah, vendo mis servicios de ama de llaves, de escritora que no escribe ni se sabe lo que hace. Hay una palabra clave y es Research.
Por mis researchs pasaron grandes personajes: Ariel Ramirez, el príncipe de gales, toda clase de crímenes, los años 30, GGG un comisario retirado, un festival de cine, personajes cercanos a mí: la borba, Ana, el comisario Plácido Donato, algunos que aparecieron en la calle. Y todo pa qué, pá qué? El sol dorado abraza los edificios del otro lado del vidrio. Son las 20 42. La cotidianidad no tiene sentido sabiendo que vamos a morir. Se me encarna la Retrovil aunque mi bici esté pinchada. Volví al cigarrillo y no me importa. Me parece que todo está mucho mejor si uno tiene una planta en la ventana, y un paquete de puchos en la mesa de luz. La mamá de Lucio canta canciones con letras de mamá que improvisa, se alegra como nunca con el ir de cuerpo de su niño. Quizás trabajen ella y su niño en una publicidad de voluptuosos billetes. Le pido que si sale, me compre una cajita. Le propongo una de Retrovil y el niño de antifaz recién nacido. Dice- Me encantaría.
Quisiera con Mompy hacer cajitas sicodélicas con fotos de muertos que dejan adentro testamentos. La productora se llama Emotion. ¿De dónde saco los clientes?
Clientes sicodélicos que quieran morir jugando. ¿Hay otra manera de vivir mejor? El único pecado es no divertirse. El drama es la raíz de las plantas malignas que se devoran la osadía y el sentido del humor de saber que todo se va pudriendo antes o después.
Por fin escribo, y se detiene el reloj, se quiebra el silencio, desaparece la autopista real áspera y gris, se convierte todo en una foto delirante, y me brota la carcajada solo mía.
Envejecer el drama para hacerlo morir sin lágrimas. Dejar los soldaditos heridos en la estantería para que el triciclo se los lleve por delante. Quiero comprar comida y pagar cuentas con la rubia platinada que amo que mira por el telescopio, quiero vivir mompiando con Mompi, vender la casa del terror y ver sonreír a mi amigo con la alegría del niño que le pasa por encima a los soldaditos caídos del estante.

martes, 2 de diciembre de 2008


domingo, 23 de noviembre de 2008


viernes, 21 de noviembre de 2008

superhéroe


miércoles, 19 de noviembre de 2008

lunes, 10 de noviembre de 2008



El alma liviana y triste,
descalza camina sobre los escombros.

Los dedos amanecen a la hora en que la tarde sangra y resucita sobre los zapatos rotos.
Las hermanas gordas pisaron el pie descalzo y bailarín,
los tumores en los ojos no las dejaron bailar, les coartaron los dedos.

Resentidas, Recostadas
restos de pezuñas tibias en el pelo, sobre las almohadas de barriga de reptil.
Sobre la cama acolchados de pájaros muertos,
En la pared alas negras de aves que volaban.
La casa es un abanico negro y fúnebre adentro de una vitrina.

El príncipe era un sapo que eructaba refranes sabios.
Tenía una corona de pastillas que giraba sobre la cabeza.
Retrovil se robó la que era rosada como su abuela y quedo planchada en el piso de la cocina escuchando los gritos de la madrastra y las hermanastras
y el impotente silencio del padre atado a la silla por sí mismo.

Soñaba con las manos arrugadas y las uñas rosas de su abuela y escuchaba al carnicero del reino afilar el cuchillo que cortaría la carne de los animales alegres.

El ruido de los monos tratando de escapar se filtró por la cerradura de su oído.
Perdió todos los dientes en su sueño, sobre la mano rosada de su abuela.
Le salió en el pecho una llaga invisible, afloraron todos los recuerdos con espinas, le sangraron las muñecas, creció un árbol repleto de zapatos viejos que abrieron puertas y ventanas veladas.

En el jardín la esperaba la luna.





















sábado, 8 de noviembre de 2008


viernes, 7 de noviembre de 2008







martes, 4 de noviembre de 2008

Una hilera de piernas de hombres empiernan, enhuesan
una diagonal empiernada,
de piernas dobladas, geometría de rodillas que triangulan huesos.

Al costado de cada hombre una mujer asiática recién salida de su costilla lo mira con ojos mojados de líquido amniótico.
Senos oscuros se alzan frente a los ojos, gigantes, en un carnaval muerto y nacido.

Una melena inesperada y una cabeza faraónica bostezan adentro de una Pirámide.
Se estira una pierna, se rompen las tumbas,
presagios,
posibilidades infinitas de piernas y huellas.

Zapatos de rey son ahora el disfraz de un bufón,
el palacio se volvió arena y playa en las manos del esclavo que corre
hacia el mar
desnudo.

lunes, 3 de noviembre de 2008

sábado, 25 de octubre de 2008

El niño recién debe ver su cara
frente al espejo,
una vez que la máscara ya está pegada en su piel y no tiene manera de sospechar de su propia máscara, de su propia cara.
De lo contrario el niño siempre será niño
y llevará en su memoria ese único instante verdadero en el que vio su cara
fuera de su cuerpo,
en la mano de su madre.

Si una madre viola esta ley,
el niño querrá arrancarse toda la vida toda la máscara, aunque nunca dejará de tener miedo, un miedo desde el útero,
de ver la cara que escondió la madre atrás de la máscara, que imagina horrorosa y bella al mismo tiempo. .



Jamás podrás verte la verdadera cara- dijo una voz
Y un hombre de guantes y bisturí entregó a la recién llegada a una enfermera de culo parado y taquitos rojos.
Acababa de nacer, todavía no tenía nombre.
A través del vidrio de la nursery había una señora con grandes senos creciéndole.
Tenía en la mano una máscara recién pintada, recién nacida como los senos que le estaban creciendo para una recién nacida.
La madre tenía un pincel en la otra mano.
La máscara era la cara que le iban a poner.
La recién nacida vio su máscara.
Atrás de la madre había un cartelito que decía “mamá” bordado en hilo rosa con el dibujo de una madre amamantando.
La recién nacida lo vio.
La recién nacida tuvo hambre. Lo primero que dijo fue
mamá,
no para nombrar a la madre, sino para pedir comida.
La madre había violado la primera ley,
pero tenía el beneficio de ser ella el hambre, la comida, el miedo y la belleza de su hija.

lunes, 20 de octubre de 2008

cande y lu

domingo, 19 de octubre de 2008


Eran tres chanchitos que venían de la guerra...

Unos parecidos a los tres chanchitos
Estaban encerrados adentro de un triángulo,
Era como si alguien jugara con ellos triangulándolos, como si fueran los tres chanchitos de la escuadra dibujochanchchada de un niño perverso
haciendo
triángulos y triángulos y triángulos.

Alguien de los tres
corría
a Ese, y Otto Alguien se quedaba afuera
puteando,
se convertía en el lado del triángulo apartado, el que se queda parado sobre el Iceberg mirando a los del barco tomar daiquiri y sol sobre la cubierta .

Pero cuando el apartado Otto Alguien, se quería apartar corriendo de Alguien de los tres y de Ese, entonces Alguien de los tres, cambiaba el rumbo y le daba la espalda a Ese, y perseguía a Otto Alguien.

El triángulo es una forma geométrica cerrada
Asfixiante
.
El triángulo es el anticírculo, es la misma baldosa de la misma plaza orinada por el perro de siempre.
Los largavistas miran para verse mirados como si la propia existencia estuviera adentro del ojo de ese alguien que siempre buscamos.

martes, 14 de octubre de 2008




El miedo te anuda las venas, un árbol de neurosis te hace una gran sombra sobre la cara, florecen limones negros.
Te envenenás la lengua con pensamientos como golpes sin guantes.
LLorás y crees que ya nunca vas a volver a lo dulce y a lo salado, a los sándwiches, a las migas, a los confites desparramados sobre el mantel.
Se te afloja la columna como si Dios te soltara el cogote.
Querés caerte para que te lleven alzada al refugio dónde no crecen las telas de araña en las manijas de las puertas.
En la cabeza todo es como el ruido invisible de la nieve.
Estás sola, entumecida, muda, en un gélido blanco.
Alguien te va pinchando las ruedas del pensamiento y te duele como si te clavaran un alfiler en la yema de los dedos.
La bicicleta de luz entra en el oscuro bosque Paranoia dónde la locura es el único árbol.
Es solo un túnel negro, un antifaz de todos tus espejos y todas tus voces.
Del otro lado hay una laguna, un bote, y un remero que te llevan a una tarde de arena y agua mansa, a un rincón de sol dónde duerme la siesta el gato
maullando tu nombre.

domingo, 5 de octubre de 2008

Él se torcía adentro de ella como la suela de un zapato cuando se rompe de la peor manera, en el peor lugar, en la peor escalera mecánica, en el peor muelle, en el medio de la ruta de la peor noche haciendo dedo.
Ya no eran él y ella, eran dos extraños no entre sí sino adentro de ellos mismos.
Alguien se había bebido el ánima anterior.
Quedaban pedazos, reminiscencias que se cristalizaban doliendo cuando la melancolía se despertaba con ganas de llorar y de quiero ir a mi casa.
El aliento neurótico de la atmósfera era el caño de escape de una moto golpeándole el propio aliento.
En los últimos tiempos él y ella y todos los demás zapatos y sus suelas se habían despegado.
Ya nadie de los de antes estaba en el mismo avión, todos los zapatos se habían caído del estante al despegarse las suelas.
Las valijas se habían caído del portaequipajes en el medio del vuelo hacia algún destino.
Ella sabía que en el aeropuerto encontraría nuevos compañeros de viaje que le correrían del camino los pedazos de suelas y cordones con restos de lágrimas que le dolían.

La máquina de fotos con él y ella adentro se había roto, y en esa ruptura se liberaban las ánimas atrapadas en el lente que deforma.
El encierro rompía a patadas el postigo y la sensación de libertad era salir de un cuarto oscuro, saltar sobre la máquina de escribir a hacer un acta de defunción.
El aire, el humo, la moto, habían cambiado los ojos por huevos, y había gallinas muertas en el medio de la ruta, en las alas del avión, en el medio del aire junto a las valijas cayendo con los zapatos rotos.
El chamán de la soledad, el que enunciaba su nombre en el momento de abrir caminos, tocaba el instrumento
y ella rompía un cerco repleto de plantas y suelas y reminiscencias.
Un pasillo se abría paso entre la multitud para caminar sola, sin humo, sin recuerdos, sin madre, sin nadie alrededor,
sin él,
ni ellos,
ni zapatos rotos.

viernes, 3 de octubre de 2008

La risa enguantada en llanto.
El llanto adentro de un sombrero que se ríe.

El muerto se meó de risa, empapó a la viuda vestida de novia, a punto de entrar al altar con el hermano del muerto.
Una novia meada por un muerto marido no entra a esta iglesia-dijo un cura rascándose la pelada.
La mujer lo llevó al confesionario,
lo hizo confesar apuntándole los senos, lo obligó a que la casara.

Gertrudis se llamaba la madre de Hamlet.
Era una mujer obscena de senos y boca redonda,
una puta en Dinamarca.
Cuando la madre de Hamlet murió, alguien mandó al asilo dinamarqués una valija de ropa interior prostibularia.
Las viejas dinamarquesas se disfrazaron de putas y jugaron con los bastones a tocarse el sexo.
Todas se llamaban Gertrudis, todas tenían las huellas de las manos de Hamlet en el cuello, pero ninguna estaba muerta.
En el cementerio de hijos, se juntaron los fantasmas a quemar cicatrices en una fogata.
Una quema de insultos y trompadas se convirtió en venganza de humo tóxico.
Voló al asilo dónde las Gertrudis se masturbaban con bastones.
Cayeron muertas como moscas antes del orgasmo.

Hamlet abrió la lápida, saltó los muros, se convirtió en héroe de todos los hijos.

jueves, 2 de octubre de 2008



Alsina y Tacuari


Guiones- guionistas-Río de Janeiro


martes, 30 de septiembre de 2008

La egipcia by Mart


lunes, 29 de septiembre de 2008

A la pequeña torre de Tacuarí y Alsina

Las paredes rojas.
La risa siempre flotando en un ala de la casa.
Vino en un barco montado a caballo,
Rebota sobre las puertas ventanas,
Risa espuma
Risa manos que se mueven,
Risa Dientes
Vidrios ríen.
Risa humo
Risa tos de planta hecha humo,
espíritu-planta en el cuerpo se transporta.
Humo de los dioses en las venas que se ensanchan como las espaldas de los súper héroes que vuelan sonriendo.

Una gárgara de vapor cosquilla la risa,
dos chorros salen de dos bocas, de dos gargantas, de dos demoniángeles, de una fuente repleta de cielo.
El humo repta la casa, un mareo constante de risacuerpo, de cuerpo riendo.
Pulmoriendo la existencia, risueñándola con rascaduras de espalda.

La bicicleta, la calle mojada, los faroles sobre los restos de lluvia, los pedacitos de papel picado, el zapato del mendigo sobre la vereda.
El perro, la correa y el viejo solitario de boina, que saca a pasear su viejo impermeable de la juventud para sentir algo de antes.
Los ojos que te miran como tirando flechas, aprovechando que es de noche.

Las calle desierta,
las baldosas flojas,
las ruedas rodando como el recuerdo de la risa.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Todo el amor hago el odio.

Hay vértebras colgadas de una casa muerta de un balazo,
Las puertas tienen manijas a punto de caerse.
Ya no hay vidrios para sangrar.

Todo el olvido hago memoria,
Todos mis pensamientos hacen tu ausencia,
En mi cuarto
tu amarillo
oscureciendo los pensamientos de mi almohada.

Hay piernas tiradas en rincones de luz esperando la noche para que llegue la mañana.
Hay un corazón, es un violín que agoniza en la sordera del patio.
Los lamentos trepan por el cuello hasta los ojos,
se enredan en el pelo, se meten en las orejas, reptan en el pecho
como los bichos peludos del asco.

Los últimos pasos fueron dados en la agonía de las piernas,
cuando el sol se despedía de todas las cosas .
El borde blanco del espacio fue mordido por la condesa hambrienta de muchachas.
La vieja dentadura despedazó la carne fresca.

Se vaciaba la historia de todos los vasos, de todas las fiestas, de todos los gestos, vistiendo de muerte al amor indescifrable.
Los barcos no tienen sepultura, se mueren navegando.
Hay agujeros en la ropa, serpientes en las mordeduras.

Yo dormía y vos apuntabas a mis piernas,
con el rifle de la condesa hambrienta.
La puerta estaba escupida
y en el portazo de tu bota había restos humanos
que se parecían al color de mis ojos llamádote.

Toda el día hago la noche,
Todo el odio hago el amor,
Todo hoy hago el ayer,

Todo el ayer era mañana.

martes, 23 de septiembre de 2008

No more puchos

Hace décadas que no escribo desde mí. Me borré hace rato y solo dejé resaca de tristeza hecha verso, alguna que otra humorada, todo acompañado por los dibujitos de Mompy que hacen lindo el bloch. Sin ellos, nada sería lo mismo. Es aburrido ser la única responsable de colgar algo, aunque no haya más que tres gatos del otr lado. Pienso en la palabra resaca, y lo que me gusta esa palabra en el contexto de elaborar algo artístico. Resaca me viene de Gladys de " The Buenos Aires Affiar". Gladys es una artista visual medio o bastante masoca en el amor que confecciona obras de arte cursis con la resaca que le arroja la marea. Siento que se parece bastante a lo que es para mí escribir a veces. Confeccionar pequeñas tramas con toda la resaca ( aclaro que resaca no tiene una connotación negativa, eso depende de los ojos con los que se la mire) que uno tiene a diario entre manos, y la que tuvo sobretodo, hay que reconocer que sin el pasado, la cantera sería bastante más limitada. A medida que pasan los años uno va acumulando una percepción interesante por el caudal resacoso. Capas y capas, montones de vivencias que dejan algo invisible parecido a la resaca que deja el mar, en el sentido de que es inutil pero tiene algo de "esencial" en la configuración propia, en el presente de cada uno.

Sé por qué aparecí hoy desde moi. Tuve una revelación muy fuerte de algo que es bastante obvio y es: " qué gran mierda es fumar tabaco".
El falso placer más grande del mundo. Tuve esta revelación en el jardín de Omar y Franco ( una suerte de templo divino). El detonante fue una anécdota de alguien que se acordó de un acto fetichista de la infancia maravilloso: mirarse en el espejo y actuar con un cigarrillo que fumaba. La anécdota es deliciosa. Me encantaría que fuese propia, pero no, yo no recuerdo bien con que me feticheaba, solo recuerdo que siempre estaba rodeada de muñecas, por los hijos que hoy no tengo.

Concluimos con el que fue alguna vez niño feti, que los primeros puchos empiezan siendo medio para cancherear, al menos así fue a los 15 para mí, y después uno le agarra el gustito. Me recuerdo jugando al pocker con amigas con pucho en mano en una mansión de Punta del Este de otra amiga. Nos ´sentíamos Stanley ( de un Tranvía llamado deseo) y su banda de amigos, o algo así.

Tengo la sensación de haber tragado en alguna parte una propaganda que se me pegó a la médula, las divas con el cigarrillo tirándole en la cara el humo a los Clarks..., y es verdad que el acto tiene un cierto glamour en el contexto de una Marlene Dietrich, peli blanco y negro pero .....ES HUMO. Es tan idiota como abrir la boca y tragarse el humo del garage del estacionamiento. Está claro. Después de esta revelación, comprarme un paquete de cigarrillos es la cosa más estúpida del planeta. Espero que me dure esta sensación mañana y pasado y no volver a engañarme más. Lo digo para que me oficien como escribanos, y cuando los vea, se me haga más dificil prender uno.

Se me ocurrio proponer a los Mompys y Ficos y Luchos o quién quiera y pueda hacer algo visual, que me manden dibujito anti- pucho. Necesito la campaña para autoconvencerme. Después de todo quizás el destino del bloch sea convertirse en un libro de auto ayuda. ¿Por qué no? De ser así, debería de una vez por todas leer el libro que me regaló mi hermano Juan sobre cómo tener la personalidad de un lider, de uno que se llenó de guita vendiéndolo. Subrayar algunos textos esenciales para la configuración propia y transcribirlos sería una labor interesante. Seguro a más de uno le vendría bien. Mi hermano Juan si no creería en los resultados positivos de la lectura de dicho libro, no me lo habría regalado.

Bueno mandad si podeis! Regalad! Quiero y necesito dejar de fumar!

lunes, 22 de septiembre de 2008

La vida te rueda para atrás, te arqueás, una espalda hacia lo conocido que se volvió extraño, como la casa del vecino cuando se vuelve casa abandonada y crecen las telarañas y los ruidos sobre los vidrios rotos.
El tiempo es un timón que maneja un capitán ciego que habla en otro idioma.
Hay un solo barco y es tu cuerpo que amanece y anochece solo en las orillas lamiendo la sal de las heridas.

Buscás un papelito adentro de alguna botella, no sabés qué es lo que estás buscando, ¿Qué es lo que busco? Te lo preguntás a cada rato, todo el día, cuando abrís las puertas, revolvés los cajones, agarrás cosas, las trasladás a lugares sin saber si es eso lo que buscabas, ni para qué las llevás. Algo buscabas. ¿Algo que te devuelva a las noches en que abrazabas peluches y sonaba el despertador que te uniformaba las madrugadas?

Nadie te dice qué papel representar. Sos una muñequita vieja en la mano de un gorila. Se abre, se cierra, se abre, se cierra, y siempre estás cayendo como un granito de arena, y siempre el tiempo te ataja y caés desmayada sobre la aguja de un reloj, antes de caer suicidada.
Tus párpados reaccionan al timón del ciego, se arrugan como los globos de un salón triste de cumpleaños que terminó
en entierro.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Otro Gómez

Hay momentos en que Otro Gómez solo aparece para desaparecer.
Hay muchos Otros que eligen ser como Gómez.
Una intensidad de fuego se rebalsa en espermatozoides y óvulos que
se besan en el aire
sacándose la ropa.

Una lluvia blanca
me cae,
ellos, los Otros Gómez me espuman adentro de una copa de Champagne de una fiesta Cenicienta.

Algo
se explota,
se efimera,
se butaca en el globo que se va volando sin cinto
atrás del celuloide de ficción.

Después,
cuando Otro Gómez se ausenta, el mundo se vuelve chiquito y feo,
todo tiene olor a murciélago, el champagne se vuelve sangre que chorrea por el cuello, y sale de la boca.
La cenicienta se llena de tumores en el pecho y los vomita llorando sobre
pañuelos
prestados de un tal Alguien Siempre.

domingo, 7 de septiembre de 2008

A la abuela de mi ahijado

Abuelando
en
Abuelandia,

Abuvelando las noches.

La abuelana
te va abutejiendo.

Ememeabueliendo.

Olfateando la abuelez blanca, soplando el polvo que te abuela las crines.
Todo menos abulia es la abuelobaba.
En las nubes de la plaza la abuelopapada
se hamaca.
Todas las palabras están abuelonietadas de ombligos.
Los caballitos del carrusel relinchan mientras la barrigana crece
/hacia el nacimillanto.

En los toboganes de abuelos hay cabelleras flamantes de canas reinas,
niños atajan la calamidad de la vejez riendo
desdentados.
Se sueltan las riendas,
todo se afloja,
los caballos se desbocan,
un árbol se teje con la lana destejida de otro árbol.

Los castillos de arena tienen puertas,
son dientes de leche que se abren para enterrar las muelas muertas que se caen como ramas de un árbol
abuelo.

martes, 2 de septiembre de 2008



En la cama en la que se encontraba con el hombre,
había un gata de guantes negros.
Murió la cama desnuda, se apagó la escena el día que la sábana se tragó la gata.
Se despidió con los guantes.
Había un gato, le quitaba la ausencia en su maullido negro y blanco.
Murió el gato y la ausencia se volvió ausencia de ausencia.

Todos se ausentaron, todas las cajas estaban vacías.
La vida era inanimada, sin patio, ni cama, ni texto.
Todo se congelaba sin un maullido dónde pisar.
Una mañana londinense de August, la cinta se movíó, se animaron los gatos,
todo maulló hacia una casa húmeda, desnuda de mañana.
Las paredes eran conocidas, había otra cama, otro gato,
otro hombre en el que sonaba una ausencia
de maullido.
La estadía duró lo que se tarda en atar y desatar un cordón,
la voracidad del náufrago masticando una noche a la mañana.
Hubo un llamado desde una playa,
Alguien gritó: marineros tiendan una soga hacia mis redes de gatos muertos,
y se oyó un maullido fusilado en el aire.

miércoles, 27 de agosto de 2008


Las gotas se filtran entre los dedos,
La mirada azul se esparce como una mancha, el mar se aleja quieto.
Tantea ciega la bañadera buscando algún pelo olvidado que la enrede a esa peluca de ficción que fue pelo verdadero y narices respirando.
Un borracho se tragó las horas en que la gata se escapaba por el tejado.
Los despechos de las mujeres volaron las ventanas.
La gata ya no estaba, y un gato se moría de viejo,
Vértebras, pechos con jadeos, costillas con hombrecitos diminutos de grandes cabelleras, vestidos en pana azul, todos muertos.
Todo fue a parar al piso dónde los gatos se relamen en la noche sin trompetista en la ventana.
Una mujer cercana al arpa mira el reloj, corre hacia atrásadelante para llegar a Paris.
Le pide a alguien una linterna para subir el telón de su ínfimo escenario
y ver que no hay nadie en la platea y vivió una vida de pelucas y marionetas.
No se puede detener la mancha, es una planta de nacimiento que crece hasta la muerte.
Hay ojos que se van cerrando, y las manos no saben, no pueden levantar los párpados grises que quieren irse.

No hay llanto capaz de nada.

viernes, 22 de agosto de 2008

La sufrida odia sufrir, no puede no sufrir, amasufre, sufre sobre el hambre, el deseo, ese árbol naranja, se vacía, árbolfuria en la garganta carne, el fuego apagado y la carne tristemente cruda, la sobriedad después de patear todas las botellas, pasar la lengua por las gotas, una sombra se encorva sobre las raíces arrancadas, manotazo de ahogo, la terquedad del cielo sobre la niebla, la sed te seca, salir corriendo, mojarse, sufre mojándose la cara, ríe sobre las lágrimas, sale humo de su boca, toca las paredes, el piso, los huecos del espacio vacío. Decir nada cuando los pensamientos tejen alambres, púas musicales, aquietar las sillas sacudiéndose en el silencio de la impotencia. Atravesar con las uñas las cerraduras buscando la luz del otro lado de la puerta. Pedirle cartílagos a las uñas rotas, arrancar las sombrillas, dejarse quemar, ablandar la médula acalambrada en una playa de invierno, acariciar espinas, chupar la sangre con gusto a nacimiento, se ensanchan las costillas, se desinflan y se vuelven a inflar, la cara nítida en el espejo. La cotidianidad quebrada, el cuerpo desparramado sobre una idea que nace siempre a punto de morirse, querer resucitar, rebobinar la cinta antes del portazo, lágrimas de risa, mostrar los dientes para sonreír y avergonzarse de los comillos de lobo rabioso. La vergüenza de la saliva colgando. El monstruo de las dos caras espera cualquier gesto que lo salve de la lápida, como si la moneda estuviera eternamente en el aire, a punto de caer.

martes, 19 de agosto de 2008

Balada huérfana


El mundo es un circo repleto de monos.


Había una vez un
rubio,
huérfano
con cara de mono.
Sus señas eran
la cabellera rubia, la pálida orfandad.
Era como el oso de peluche de los orfelinatos,
desfilaba por los pasillos repletos de niñas mujeres
tocando la batería triste.

Las niñas mujeres encandiladas por su tristeza
de niño abandonado,
se arrancaban los vestidos y desplegaban sus pechos.
Lo amamantaban con la miel que genera la huérfana tristeza.
Una mujer villana lo había abandonado de la peor forma,
la cabellera rubia y huérfana, desteñida de ceniza, se movía apenada de un lado para el otro.

Una mujer niña, de nombre Gladys, cautivada por el sonido de la batería melancólica, quiso desatar los nudos de los cordones, en los zapatos del abandono,
para que el
rubio
huérfano
con cara de mono
transitara su camino amarillo de lirios y perros.
Creyó que las gotas en sus zapatos eran lágrimas,
quiso besarlas.
La miel sobre el enjambre de pechos,
adentro de una botella de vidrio, junto a un papelito en el que está escrito su nombre.
Se anudó por dentro queriendo derretir la pena huérfana y le untó por la mañana miel a las tostadas, se las llevó a la cama
al rubio,
huérfano,
con cara de mono.
Gracias por la miel, le dijo el mono triste, y ella creyó que la neblina se despejaba sobre el camino amarillo.
Una niña amiga, también de nombre Gladys, la oyó cantar la perorata huérfana.
Visitó otra amiga cuyo nombre no era Gladys, también ella le habló de un
rubio
huérfano
con cara de mono
que tocaba la huérfana y triste batería.
Qué extraño, se dijo, ¿El mundo será un orfelinato rubio zoológico y musical?
En el piso de la casa de su amiga cuyo nombre no era Glady había un pañuelo blanco con las señas del huérfano.
Se lo guardó a escondidas en el bolsillo.
Visitó la casa de su amiga Gladys y lo puso sobre el zapato con lágrimas huérfanas que lloraba Gladys.
Las mismas gotas del mismo
rubio
huérfano
con cara de mono,
sobre el pañuelo de la no Gladys y sobre el zapato de Gladys.
Éstas no son lágrimas, Gladys.
¿Qué son?
Esto es semen de mono mentiroso.

sábado, 16 de agosto de 2008

La esponja en el pecho se bebe la indiferencia.
El otro se retrae y ella se ensancha de pena, se esponja, y tiene que bucear adentro de ella el avioncito de papel que la hace salirse de sí misma. Salir volando cada día con el impermeable para la lluvia.
La resignación es bajar una persiana, es la negación, es no mirar los cuadros pintados por el pincel fantasioso que colorea al trazo débil, en lápiz negro, de la mano del otro.
El silencio es el ruido que más le duele. Lo calla con música, lo oculta adentro de una batería, le pone máscaras para no ver su cara inmóvil de cadáver rompe colores.
Las motos con globos azules llegan a los aeropuertos y hay que despedirse con la tristeza de ver los globos volando en el cielo.
Los caminos son individuos.
Hay fragmentos, pedazos de tierra compartidos, noches de carpas, son segundos.
Hay que sacar de vuelta la tijera y cortarse la melena aerodinámica.
Dejar el sexo en un callejón sin salida, esperar que llegue un gato nuevo para volver a maullar.
La anestesia dura tan solo una máscara, el dolor vuelve a la pata débil.
Todo se diluye en el silencio.

viernes, 15 de agosto de 2008

Bosque Sorpresa

jueves, 14 de agosto de 2008

La retina viva de un muerto

Hay un padre muerto que abre un párpado para que todos miren su retina manchada por el pecado de los otros. Su nombre es Gregorio. La cinta del tiempo se rebobina, suena un piano: la vieja melodía de una casona decadente. Todos galopan hacia otro tiempo en la casa del velorio. La familia está loca. Cabalga con el féretro a cuestas, mira la retina viva del muerto. Es el último deseo. Los cuadros se mueven sobre las paredes, sobre los espejos crecen fotos con musgo.

Hay una grieta en el espejo de la casa que está adentro del ojo del muerto. Se llama Anselmo. Conduce el caballo desbocado que arrastra al muerto riéndose mientras cuatro manos fantasmas tocan el piano. El espejo de la casa se rompió adentro del ojo del muerto cuando una empleada doméstica abandonó por un hombre a su hijo Anselmo, se robó la vajilla de plata, dejó su retrato junto al niño. El velorio es la casa de los espejos rotos.

Una mujer llamada Aurora, maquillada al nacer, se tocó los senos con la mano del niño abandonado, lo convirtió en juguete, en rey; se consiguió un soldado que era mujer pero parecía hombre para que el niño no perdiera la corona.
Cayeron las mellizas del trono, dos niñas feas como las meninas, con vestidos y moños de princesas, el padre no pudo atajarlas. Se quedó atrapado el niño Anselmo en la grieta de su ojo. Entonces se rompieron los marcos de fotos en los que las mellizas tocaban el piano a cuatro manos.

Aurora no quería que dejaran de tocarle los senos, entonces alguien que tenía la grieta con el niño en el ojo, Gregorio que ahora está muerto, tenía que desaparecer. El padre no pudo atajarlas, el piano se calló para siempre, su tapa cayó sobre las manos meninas y mellizas con moños de princesas. El soldado tiró a Gregorio por las escaleras, lo convirtió en planta callada y sumisa para que el rey no perdiera la corona, para que el piano no volviera a tocarse. Al rey le creció pelo blanco pero siguió siendo un niño perverso. El muerto no quiere irse. Los caminos se inundan. Los caballos se detienen para volver a la casa suntuosa, ahora convertida en morada de muerto, en espejo roto.

El pasado vuelve, como si lo roto pudiera volver a unirse para borrar la mancha de pecado en la retina del muerto. El sexo de pelo blanco, el niño rey apunta a dos adolescentes que son una réplica de las mellizas. Quiere jugar con ellas para que suene la melodía de las cuatro manos, para que resucite el piano asesinado por el soldado que lo custodia. El presente y el pasado son espejos enfrentados. En el medio, la retina viva de un cadáver manchada por el pecado de los otros.

domingo, 3 de agosto de 2008

Gladys sentada sobre la baranda metálica mira pasar los camiones,
los carteles, una radio estúpida de fondo, la música fuera de foco, las luces rojas del hotel alojamiento la vuelven pelirroja.
Los faroles rotos por el taco furioso de sus zapatos puntudos.
El taco partido, como todos sus zapatos, por los que siempre se van.
El zapato puntudo rojo y resentido, sin taco,
revoleado hacia el gris del asfalto, como un corazón inútil, al que le falla una arteria,
un niño espartano y deforme arrojado por el acantilado.
A Gladis le falta un zapato.
Está descalza.
Es una cenicienta, su auto es una calabaza y el hotel alojamiento es el baile de una boca en la que se besan parejas que entran y salen.
En el medio de la ruta el zapato es atropellado por un camionero, da vueltas carnero, y se convierte en oreja de una vaca.
Los ojos de Gladys miran el cartel rojo del hotel alojamiento “El beso”.
Es una boca gigante y roja.
El capot de mi auto debería estar forrado con esa boca y chocarse contra otro auto con boca, adentro de un túnel negro, un beso en la noche que haga estallar los vidrios,
que mi zapato rompa los parabrisas, que se mezclen las ventanas en el aire y salten las tripas dolorosas, que las atropelle un camión con reses muertas, y se las lleve a los carnívoros.

Aletea la nariz, una vez, dos veces, a la tercera un olor a hombre rubio y salado la asalta por la espalda, se le mete adentro de las fosas. Ella aletea con las alas más erguidas que antes, como si el pájaro estuviera por despegar. Unas manos musicales le tapan los ojos.
¿Sos vos?
El hombre llora por dentro. Está en silencio. Ella no puede verlo, ni oírlo,
pero le acaricia el pelo. Él le toca la boca, la comisura de sus labios.

jueves, 31 de julio de 2008

Mañana una inyección, una mesa metálica, una veterinaria uniformada y celeste,
Una caja anónima, ajena, sepultará tus ojos amarillo sol.
Hoy es tu último día en nuestra casa, la que yo dejé hace tiempo.
En el más allá de los gatos,
no hay humanos, ni cigarrillos.
Quisiera ir a fumar con vos, junto a la gigante botella de wiscky de papá.
Quisiera que hoy no sea hoy.
La borracha adolescencia se ha ido, y se va mañana para siempre.
Hace una semana prendí nuestro último cigarrillo en el bar,
y saltaste sobre el escritorio de mamá y te excitaste con el humo, y te olvidaste que estabas enfermo, y yo me reía y te decía riéndome que no chuparas las cenizas.
Era nuestra última fiesta, vos no lo sabías y yo hacía como que no lo sabía.
Mamá y papá se habían ido, por eso fumábamos, estábamos solos en la casa como tantas noches cuando mi cuarto era mi cuarto, y mi cama era mi cama.
No quiero ver en el amarillo de tus ojos, la vaca ingenua que camina rumbo al matadero.
No quiero tocar tu flacura desmayada, triste, desparramada sobre almohadones.
No quiero oler remedios en tu nariz animada, en tu lengua rosa que busca las plantas en las macetas.
Hoy es tu última noche en nuestra casa,
yo no tengo el coraje de ir a mirarte la última mirada, ni acariciar tus orejas que se llevan mi voz, mi risa, mi adolescencia ingenua y ebria.
Mañana tus huesos, el traje blanco y negro, la peluda alegría de las caricias
se van al pozo de la infancia, a dónde hay una casita de muñecas, y un perro pelado sepultado junto a los zapatos del placard de mamá.
No quiero dejar de escribir este poema porque es una manera de vivirte, aunque la tristeza tenga gusto a lágrima que acompaña el féretro sobre el que el gran Ulix,
el gato emperador,
se despide del mundo como una estrella que se extingue.

domingo, 27 de julio de 2008

BellaIntrusionDigital by Martin

En lugar de dientes tiene espinas de rosas. El pelo es un largo lamento de lianas quebradas.
Los pies, transatlánticos hundidos, reflotados, museos de fiestas lujuriosas con una orquesta de negros de fondo. Ahora mira la chimenea y se quema como la leña. El fuego le lame las plantas de los pies como un gato amante. El pasado es un álbum de figuritas borrosas que se imprime sobre los las sábanas, las toallas, el papel higiénico, las servilletas. Siempre se las ingenia para calcar sobre su cuerpo los mortales ídolos que la besaron. Se frota, se revuelca con todos ellos, y gime diciendo cada uno de sus nombres. Un fantasma la acompaña a la hora de tomar el te, cuando se levanta y se acuesta, almuerza con ella y le prepara de comer. La única ventana de la casa da al jardín de la infancia. Hay que trepar una escalera peligrosa para verse a ella misma tirándose por el tobogán, cayendo en el arenero. A veces ella y sus hermanitos quieren entrar a la casa abandonada y podrida donde ella vive, y ella tiene que asustarlos con su cara de vieja loca, y amenazarlos con revólveres de juguete. Cuando el jardín se meta adentro de la casa ella morirá.

sábado, 26 de julio de 2008




viernes, 25 de julio de 2008


Yo o Yoko?





Gladis espera

Mete el papelito con el nombre de él adentro de una botella de vidrio vacía de aceite de Oliva en la que hay miel. No cree en la magia blanca, pero por las dudas. Gladis abre de vuelta el I ching al azar. No la convence. Le miente. El I-ching la defrauda siempre.
El auto siempre se rompe a penas entra en la ruta. El taco se congela sobre un acelerador que se derrite. Se emborracha sola esperando el remolque y piensa en el rubio salado. Crónica de una desaparición anunciada-piensa- y se toma las últimas gotas de Jack Daniels, pero la asalta el gusto salado y rubio de sus propias venas borrachas y blondas.
Quisiera hacerle dedo a un camionero que tenga un mono de copiloto. Un mono que me proponga tirar al camionero y escaparnos en el camión. El amor termina siendo siempre un parabrisas. La lluvia quiere atravesar el vidrio del auto, y Gladis piensa en el arco iris. Los zapatos mojados por las gotas de lluvia del patio que pisó hace una semana. El amor y el juego de las escondidas. Quiere esconderse de la idea, él no existe, es solo una idea quisiera decirse, pero la idea es un gato que se le mete entre las piernas y le maúlla. Un tul hacia adelante, el nombre de él escrito en un papelito, la mirada difusa, el foco en el asfalto mojado por la lluvia. Asterisco, un, dos, tres, numeral, enviar y recibir. Ningún rubio en ninguna casilla. El potro, el homosapiens, el mono rubio se ha ido al África. Gladis relincha, se arranca el escorpión del escote, lo tira por la ventana y se chupa la sangre del dedo de la espina seductora. Suena el teléfono.

domingo, 20 de julio de 2008








Sobre la cama el traje blanco y negro,
los ojos amarillos,
el sol de la tarde, acostado y maloliente
espera verme los ojos tristes.


El gran Ulix,
rey aristócrata
da signos de muerte.
El mundo
pierde la cola
el balcón se vuelve áspero
pelado,
las hojas no se excitan
las palomas sobre el mimbre blanco
duermen la siesta sin bigotes,
ni maullidos.

Las macetas se vuelven solitarias,
Los corchos están quietos,
los cigarrillos no seducen a nadie,
nadie lame los sacos de té
nadie espía desde el pasillo,
nadie ataca los tobillo
nadie se esconde y le tiene miedo a las valijas
nadie orina sobre las noticias de los diarios
nadie me besa sin cansarse.


Cae
la lengua rosa
no habrá quién la devuelva.

Ulix espera quieto, adormecido,
dulcemente resignado,
me mira muerte.
Las palabras en los ojos,
duele el amarillo,
las manos de sus dedos rosas
tibias
acarician lo helado,
la sombra de la ausencia.


Los órganos, los huesos, ya casi no pesan.

martes, 15 de julio de 2008





lunes, 14 de julio de 2008

Un día asqueroso

Los cigarrillos no alcanzaban,
ella se los tragaba,
como ese agujero en el centro de la casa,
a dónde iban a parar todas las cosas. Caminaba por los bordes
miraba el agujero
y no había nada.
Apretaba botones para accionar el llanto, para encontrar algo adentro de una lágrima, la música se trababa y Jaques Lebrel también se caía mostrándole sus dientes de caballo,
caía
caía
caía en el agujero.
Ne me quitte pas, Jaques,
Ne me quitte pas.


Arañaba los mosquiteros sin uñas,
El teléfono una pared de cemento,
en la que rebotaba,
rebotaba,
caía otra vez al lado del agujero,
miraba,
sus cosas no estaban,
solo dientes masticadores de señores viejos y amarillos haciendo una larga digestión.
Asquerosos, se devoran mis cosas- gritó Retrovil.


Buscaba una peluca que la distraiga de sí misma,
pero no tenía pelucas, todas se habían ido con Madame Rivau en el submarino de la torre.


El espejo del baño le mostraba una mujer descabezada,
y atrás de ella varios hombres sin cabeza, sosteniendo
la cabeza de ella sin pelo.
A través de la ventana volaba el velo de una novia.

La Rivau se despide en una torre

Eran los últimos días de siliconas de Rivau,
Y madame era fotografiada por los dos Marcus en la terraza de la torre fea de caballito.

Chorros de luz caían sobre una Rivau negra con faja de novia blanca,
Y Retrovil sostenía pantallas para que la luz Rivoteara.

Los ojos de agua azulina delineados por los bordes oscuros de diva
reventada.

Una Elisabeth, una Taylor con el trazo de la noche.
Un par de anteojos, la mesita de te con scons invisibles, un fondo negro.
Los espejos de Marcus sobre la mesa
incrustados a lo redondo
hacían entrar el afuera en el adentro.
Marcus y Marcus y Retrovil estaban de un lado y del otro de la foto.

Algo, alguien o todos se despedían de la glamorosa,
Subyacía en cada gesto la antesala amorosa de la muerte.

La Rivau no pisaba la tierra,
partía desde la torre hacia lo desconocido en un submarino
con ventana redonda.
Lloraba, reía, se deformaba con toda la deformidad amamantada,
y Retrovil sentía que una lágrima fina le viajaba por dentro.

Rivau asomaba su catalejo,
traspasaba el círculo,
miles de hombres desnudos la celebraban desde las ventanas,
y ella se mostraba,
las arrugas eran barcos antiguos,
su llanto de sirena, de barco a punto de partir
rivoteaba la torre
y parecía que toda la luz salía del dedo de un ángel
viejo.

Su cara era un reloj de máscaras guardadas.

sábado, 12 de julio de 2008

Diálogos con la piedra

Se pasa horas mirando la piedra,
esperando
que hable.
Adentro de la piedra hay voces,
asoman el jardín, el muerto, el regreso, el gato, el abandono, el deseo,
la duplicación, la muerte que no muere,
el espejo enfrentado a otro espejo sin una figura que lo rescate.

El pasado tiene una melliza escondida en un sótano,
la cinta circula en los ojos de Retrovil o sobre la piedra,
(es lo mismo)
y después se queda quieta, quizás un largo rato.

Y Retrovil pensando- hablame, hablame-
horas en su cuarto mirándola sin asomar la nariz al mundo,
solo la ventana de la Laptop abierta por la que entran las noticias de los diarios,
largas horas de silencio para que la maceta se convierta en planta
y se llene de hormigas con tecnología, y billetes del juego de la vida,
celestes, rosas, antiverdes.

Hormigas montadas a la cinta,
ya afuera de los ojos de Retrovil.
la luz de doorville se filtra y amenaza a la piedra,
y el tiempo es a penas la gota de una canilla sin día, noche, tarde o mañana,
hasta que Retrovil
encuentra en su cuarto una silla que aparece de repente,
la pone contra la puerta para ignorar el murmullo de doorville.

Quizás sigo en doorville, quizás nunca salga de doorville,
O doorville no exista por ser el único lugar posible,
Quizás no haya nada afuera de doorville más que un mundo
de ideas que buscan encarnarse,
como el amor que siempre está con los largavistas puestos mirando
en dirección al mar y las naves que entran y salen.

miércoles, 9 de julio de 2008

(Del otro lado de Doorville, en la arena de Copacabana estaba enterrada la piedra.
A Retrovil le costó encontrarla.
Siguió una manada de perros latinoamericanos hasta dar con ella.)

Junto a los restos de carnaval muerto, entre las plumas degolladas, el invierno tira su vaho de lechuza a las cinco y media de la tarde.
Retrovil buscó en la arena ecos del último febrero, de aquél viaje con “Tristeza tour”.
No encontró nada.
No hubo un solo grito que pudiera traerle una reminiscencia del infierno rojo.

¿Dónde estaban las hembras que rugían gritos, que abrían los paraguas entre las plumas
/fucsias y lloraban flotando la música?

¿Dónde estaban los hombres travestidos en fluor, la cola del diablo, la muñeca con
/genitales, las vejigas expuestas como sombreros de los que salen flores, el carnaval
/sonámbulo, el laberinto de piel?

Algún demonio se había tragado ese fuego, pero aun la gente bailaba, sobretodo los viejos /cariocas que saben que pueden morirse antes del próximo carnaval.

A Retrovil le pareció ver sobre la arena pedazos rotos de la pollera que le habían
/despedazado las hembras, corrió a tocarla, y encontró la pata de una gallina.

Desenterró la piedra, se la clavó en la piel.

Escuchó una zamba que venía de un bar en Copacabana.
Músicos tocaban,
bailaba la gente,
corrió a embriagarse con cerveza Scol.

Una anciana con sombrero le sonrió, tenía la cara tan maquillada, el maquillaje se caía, la
/levantó de la silla con las manos manchadas en sombras y rouge,
la hizo bailar.

Un viejo la invitó a andar en un auto antiguo y descapotable, sonaba Vinicius o Chico en una radio de madera.

El viento de Copacabana hizo que el pelo se le volara, se voló el pelo viejo y le creció un
/pelo nuevo.
Una salvaje melena de león con rugido de caño de escape.

La piedra desenterrada en la playa de Copacabana volvió a Buenos Aires incrustada en la piel de Retrovil.

Las estrellas titilaron y las pestañas de las muñecas parpadearon.

martes, 8 de julio de 2008

Doorville

(Retrovil está distraída pedaleando. Vuelve de lo de Damvan. La noche está fría. Conversaron como siempre acerca de los defectos de Retrovil. )

Falta un salto en un pie,
hay una piedra que duerme hace tiempo en algún lugar de la casa, ella no sabe dónde, y
/ahora se mueve y la oye.
Estirará el pie. Pateará.
Copa, caballo, espada, todo eso en una piedra que volará hacia Copacabana.

Hay pasajeros en tránsito y un camino con carteles que dicen “prohibido darse vuelta.”

(Retrovil mira el piso y ve un círculo de aerosol verde y fucsia. Adentro se inscribe la palabra Doorville)


Doorville es una ciudad de pasillos circulares con puertas.
No hay ojos en Doorville.
El presente es sordo, apenas un murmullo lejano.
Tiene la atmósfera de la sala de espera en la que el padre mira el reloj y espera el llanto del
/hijo que no nace.
Es un pasaje melancólico.
Detrás de algunas puertas hay muertos que todavía hablan.

No hay tierra firme adónde tirar un zapato. Están prohibidas las bicicletas.
No hay noche, ni día, no hace frío ni calor.
En Doorville se está solo, no hay un alma a la redonda, aunque nadie podrá dejar de sentir
/que alguien espía del otro lado de la puerta.

No hay ojos en Doorville.
Los pies tienen miedo,
está prohibido retroceder.

A medida que uno avanza retrocede, la memoria se expande, los muertos hablan lenguas
/muertas y pareciera que solo hay lugar para muertos aunque inevitablemente una de las
/puertas se abrirá viva.


(Aparece un taxi negro con una línea amarilla y se acuerda de Dorothy que seguía el
/camino amarillo. Lo frena. Es de noche.)
Marcus-mago de Oz.

Hay una puerta en Doorville que siempre conduce a lo de Marcus y a las cartas de tarot
/inventadas por él.
Las plantas sobre la TV, la lámpara narcotizada por una servilleta naranja, hay un altar, se acercan algunos a preguntar, se miran en los espejos que tiene Marcus en las palmas de las
/manos.

Marcus no tiene un espejo propio, es el espejo de todos, es la gran bola que gira, es música
/entre idiomas y extranjeros que entran y salen.

Hay un androide sin sexo que tiene mitad de la cara de Retrovil y mitad de Marcus,
vive adentro de una Laptop,
hay un largo pasillo en Doorville que tiene en las manijas de las puertas la cara del androide.

En la casa de Marcus hay un rasta man de cerámica blanca con los collares de Bob Marley, hay decenas de vírgenes, la tapa del disco de vinilo de Janis Joplin,
la psicodelia en los guantes de goma naranja y los anteojos de colores que se pone Marcus.

Retrovil le pregunta por el miedo, la piedra, el viaje.

Corta las cartas, la oreja de Retrovil es un caracol en el que suena el murmullo de Doorville, que es el murmullo de lo incierto,
del abismo que hay entre un lado y el otro lado de la puerta, son los muertos que la llaman,
/las sirenas de Ulises.
Los mares son pasillos circulares,
no hay mástil al que amarrarse.

Tres cartas alineadas inventadas por Marcus: la empanada, el ego- sex trip, el estúpido.
El miedo enquistado adentro de la oreja,
el yo-yo masturbatorio del miedo,
las sirenas de Ulises quieren enfrascarla en una cocina estéril de harina muerta.
Hay tumores en la empanada que tiene en el repliegue la huella de sus dedos.

El agua despierta a los que están dormidos o están a punto de dormirse,
aparece en una carta.
En el espejo de las manos de Marcus: el agua arrastra la piedra, las sirenas flotan muertas en el mar,
la ducha cae sobre Retrovil.

domingo, 6 de julio de 2008