sábado, 25 de octubre de 2008

El niño recién debe ver su cara
frente al espejo,
una vez que la máscara ya está pegada en su piel y no tiene manera de sospechar de su propia máscara, de su propia cara.
De lo contrario el niño siempre será niño
y llevará en su memoria ese único instante verdadero en el que vio su cara
fuera de su cuerpo,
en la mano de su madre.

Si una madre viola esta ley,
el niño querrá arrancarse toda la vida toda la máscara, aunque nunca dejará de tener miedo, un miedo desde el útero,
de ver la cara que escondió la madre atrás de la máscara, que imagina horrorosa y bella al mismo tiempo. .



Jamás podrás verte la verdadera cara- dijo una voz
Y un hombre de guantes y bisturí entregó a la recién llegada a una enfermera de culo parado y taquitos rojos.
Acababa de nacer, todavía no tenía nombre.
A través del vidrio de la nursery había una señora con grandes senos creciéndole.
Tenía en la mano una máscara recién pintada, recién nacida como los senos que le estaban creciendo para una recién nacida.
La madre tenía un pincel en la otra mano.
La máscara era la cara que le iban a poner.
La recién nacida vio su máscara.
Atrás de la madre había un cartelito que decía “mamá” bordado en hilo rosa con el dibujo de una madre amamantando.
La recién nacida lo vio.
La recién nacida tuvo hambre. Lo primero que dijo fue
mamá,
no para nombrar a la madre, sino para pedir comida.
La madre había violado la primera ley,
pero tenía el beneficio de ser ella el hambre, la comida, el miedo y la belleza de su hija.

lunes, 20 de octubre de 2008

cande y lu

domingo, 19 de octubre de 2008


Eran tres chanchitos que venían de la guerra...

Unos parecidos a los tres chanchitos
Estaban encerrados adentro de un triángulo,
Era como si alguien jugara con ellos triangulándolos, como si fueran los tres chanchitos de la escuadra dibujochanchchada de un niño perverso
haciendo
triángulos y triángulos y triángulos.

Alguien de los tres
corría
a Ese, y Otto Alguien se quedaba afuera
puteando,
se convertía en el lado del triángulo apartado, el que se queda parado sobre el Iceberg mirando a los del barco tomar daiquiri y sol sobre la cubierta .

Pero cuando el apartado Otto Alguien, se quería apartar corriendo de Alguien de los tres y de Ese, entonces Alguien de los tres, cambiaba el rumbo y le daba la espalda a Ese, y perseguía a Otto Alguien.

El triángulo es una forma geométrica cerrada
Asfixiante
.
El triángulo es el anticírculo, es la misma baldosa de la misma plaza orinada por el perro de siempre.
Los largavistas miran para verse mirados como si la propia existencia estuviera adentro del ojo de ese alguien que siempre buscamos.

martes, 14 de octubre de 2008




El miedo te anuda las venas, un árbol de neurosis te hace una gran sombra sobre la cara, florecen limones negros.
Te envenenás la lengua con pensamientos como golpes sin guantes.
LLorás y crees que ya nunca vas a volver a lo dulce y a lo salado, a los sándwiches, a las migas, a los confites desparramados sobre el mantel.
Se te afloja la columna como si Dios te soltara el cogote.
Querés caerte para que te lleven alzada al refugio dónde no crecen las telas de araña en las manijas de las puertas.
En la cabeza todo es como el ruido invisible de la nieve.
Estás sola, entumecida, muda, en un gélido blanco.
Alguien te va pinchando las ruedas del pensamiento y te duele como si te clavaran un alfiler en la yema de los dedos.
La bicicleta de luz entra en el oscuro bosque Paranoia dónde la locura es el único árbol.
Es solo un túnel negro, un antifaz de todos tus espejos y todas tus voces.
Del otro lado hay una laguna, un bote, y un remero que te llevan a una tarde de arena y agua mansa, a un rincón de sol dónde duerme la siesta el gato
maullando tu nombre.

domingo, 5 de octubre de 2008

Él se torcía adentro de ella como la suela de un zapato cuando se rompe de la peor manera, en el peor lugar, en la peor escalera mecánica, en el peor muelle, en el medio de la ruta de la peor noche haciendo dedo.
Ya no eran él y ella, eran dos extraños no entre sí sino adentro de ellos mismos.
Alguien se había bebido el ánima anterior.
Quedaban pedazos, reminiscencias que se cristalizaban doliendo cuando la melancolía se despertaba con ganas de llorar y de quiero ir a mi casa.
El aliento neurótico de la atmósfera era el caño de escape de una moto golpeándole el propio aliento.
En los últimos tiempos él y ella y todos los demás zapatos y sus suelas se habían despegado.
Ya nadie de los de antes estaba en el mismo avión, todos los zapatos se habían caído del estante al despegarse las suelas.
Las valijas se habían caído del portaequipajes en el medio del vuelo hacia algún destino.
Ella sabía que en el aeropuerto encontraría nuevos compañeros de viaje que le correrían del camino los pedazos de suelas y cordones con restos de lágrimas que le dolían.

La máquina de fotos con él y ella adentro se había roto, y en esa ruptura se liberaban las ánimas atrapadas en el lente que deforma.
El encierro rompía a patadas el postigo y la sensación de libertad era salir de un cuarto oscuro, saltar sobre la máquina de escribir a hacer un acta de defunción.
El aire, el humo, la moto, habían cambiado los ojos por huevos, y había gallinas muertas en el medio de la ruta, en las alas del avión, en el medio del aire junto a las valijas cayendo con los zapatos rotos.
El chamán de la soledad, el que enunciaba su nombre en el momento de abrir caminos, tocaba el instrumento
y ella rompía un cerco repleto de plantas y suelas y reminiscencias.
Un pasillo se abría paso entre la multitud para caminar sola, sin humo, sin recuerdos, sin madre, sin nadie alrededor,
sin él,
ni ellos,
ni zapatos rotos.

viernes, 3 de octubre de 2008

La risa enguantada en llanto.
El llanto adentro de un sombrero que se ríe.

El muerto se meó de risa, empapó a la viuda vestida de novia, a punto de entrar al altar con el hermano del muerto.
Una novia meada por un muerto marido no entra a esta iglesia-dijo un cura rascándose la pelada.
La mujer lo llevó al confesionario,
lo hizo confesar apuntándole los senos, lo obligó a que la casara.

Gertrudis se llamaba la madre de Hamlet.
Era una mujer obscena de senos y boca redonda,
una puta en Dinamarca.
Cuando la madre de Hamlet murió, alguien mandó al asilo dinamarqués una valija de ropa interior prostibularia.
Las viejas dinamarquesas se disfrazaron de putas y jugaron con los bastones a tocarse el sexo.
Todas se llamaban Gertrudis, todas tenían las huellas de las manos de Hamlet en el cuello, pero ninguna estaba muerta.
En el cementerio de hijos, se juntaron los fantasmas a quemar cicatrices en una fogata.
Una quema de insultos y trompadas se convirtió en venganza de humo tóxico.
Voló al asilo dónde las Gertrudis se masturbaban con bastones.
Cayeron muertas como moscas antes del orgasmo.

Hamlet abrió la lápida, saltó los muros, se convirtió en héroe de todos los hijos.

jueves, 2 de octubre de 2008



Alsina y Tacuari


Guiones- guionistas-Río de Janeiro