viernes, 26 de diciembre de 2008

jueves, 18 de diciembre de 2008

Las letras caídas del tender. Los zapatos de oficina acechando las puertas dónde crecen las palabras como hongos. Mocasines sobre poesías varadas, atrapadas en los números de las facturas, trirurándose en trituradoras de folletos. Cuando era chica me escapaba de la clase escribiendo cualquier cosa que me pasara por la mente. También había un libro de cuentos eróticos de Anaís Nin que circulaba por arriba de las túnicas azules azules. Desde entonces las palabras como hongos. El tic tac de los relojes gatillando sobre las palabras que quieren jugar y nadie les abre la ventana.
Estoy en lo de Mompy que me ofrece cerveza y se alegra genuinamente bde verme frente al teclado para desvarar las palabras varadas y heridas.
Las noches son ahora como estar escondida en el juego de las escondidas, mientras el tic tac va pasando y una corbata invisible te persigue para que ya no vuelvas a saltar el alhambrado.
No tener computadora, la computadora rota es como estar entumecida. Las tramas enloquecidas se cruzan y hay un niño que asoma la boquita y pide leche, pide teta y le da sentido a todo como cuando el niño ha nacido. Es un diciembre de asfalto que tritura con dientes de celulares, vahos de fotocopia. Todo se rompe en mi casa de ama de llaves, llamo a los gremios para tratar de apaciguar la angustia que le provoca a la reina que ni con dinero existe lo perfecto, y algo siempre asoma su uña para desgarrar la ropa, la tecnología, los teléfonos. Es como si la casa estuviera maldita y algo siempre está condenado a romperse. Escribo y siento como si volviera a la ruta, y se encendiera la radio.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Head



sábado, 13 de diciembre de 2008

mompys window

martes, 9 de diciembre de 2008

jueves, 4 de diciembre de 2008

El tiempo detenido mientras la rueda va girando, salto como una entre mil hormigas arriba del zamba o samba del ya recuerdo Ilalpark.
Un vestido de novia avanza por un pasillo. Camino y se me caen las medias y manos de antes-ahora me arrancan los trapos viejos. Hacelo por la Candi que hay en vos, me dice mi gran amiga de siempre.
El sim del celular se volvió tarado y mompy un artista artesano. Vendo departamentos, vendo cajitas y cuadros mompys, vendo a Mompy mismo, vendo locaciones para filmar publicidades, vendo cajitas para empresas, vendo cuadro de la Egipcia en ferias con jardines y resulta que la egipcia tiene mi jeta. Intercambio mails con personas de todas las franjas y colores. Todo es como una autopista de autos silenciosos. Vendo mis servicios secretariales a una empresa inglesa prestigiosa. Ya ni me acuerdo de todo lo que vendo. Ah, vendo mis servicios de ama de llaves, de escritora que no escribe ni se sabe lo que hace. Hay una palabra clave y es Research.
Por mis researchs pasaron grandes personajes: Ariel Ramirez, el príncipe de gales, toda clase de crímenes, los años 30, GGG un comisario retirado, un festival de cine, personajes cercanos a mí: la borba, Ana, el comisario Plácido Donato, algunos que aparecieron en la calle. Y todo pa qué, pá qué? El sol dorado abraza los edificios del otro lado del vidrio. Son las 20 42. La cotidianidad no tiene sentido sabiendo que vamos a morir. Se me encarna la Retrovil aunque mi bici esté pinchada. Volví al cigarrillo y no me importa. Me parece que todo está mucho mejor si uno tiene una planta en la ventana, y un paquete de puchos en la mesa de luz. La mamá de Lucio canta canciones con letras de mamá que improvisa, se alegra como nunca con el ir de cuerpo de su niño. Quizás trabajen ella y su niño en una publicidad de voluptuosos billetes. Le pido que si sale, me compre una cajita. Le propongo una de Retrovil y el niño de antifaz recién nacido. Dice- Me encantaría.
Quisiera con Mompy hacer cajitas sicodélicas con fotos de muertos que dejan adentro testamentos. La productora se llama Emotion. ¿De dónde saco los clientes?
Clientes sicodélicos que quieran morir jugando. ¿Hay otra manera de vivir mejor? El único pecado es no divertirse. El drama es la raíz de las plantas malignas que se devoran la osadía y el sentido del humor de saber que todo se va pudriendo antes o después.
Por fin escribo, y se detiene el reloj, se quiebra el silencio, desaparece la autopista real áspera y gris, se convierte todo en una foto delirante, y me brota la carcajada solo mía.
Envejecer el drama para hacerlo morir sin lágrimas. Dejar los soldaditos heridos en la estantería para que el triciclo se los lleve por delante. Quiero comprar comida y pagar cuentas con la rubia platinada que amo que mira por el telescopio, quiero vivir mompiando con Mompi, vender la casa del terror y ver sonreír a mi amigo con la alegría del niño que le pasa por encima a los soldaditos caídos del estante.

martes, 2 de diciembre de 2008