domingo, 28 de febrero de 2010

Los dedos de hombre con arrugas suben por la pierna como un cangrejo,
las rodillas se doblan,
una ingle de muñeca nueva se abre, la mueca en la boca de niña que deja de ser niña, es placer, es asco.

La osadía se cierra, se abre, un dedo toca los dientes, la lengua.
Pedazos de hierba entre licores obscenos alrededor del musgo crecido de las piedras.
Una hilera de frascos
y humo,
un gotero de pequeñas muertes.

Un fósforo enciende un cigarrillo, se iluminan párpados hinchados, desteñidos de rimel, con gusto a mar y a lobo.
Un pez muerto sobre la arena, luna llena.
Un pantalón mojado.

Una mano es el reloj de arena de la noche,
las nalgas desnudas, de cara al cielo.

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