jueves, 13 de mayo de 2010

Ladra la imposibilidad,
Atacan los humores del perro que quería ser gato.

La puerta del juego inerte bajo un mural de cerraduras momificadas.

la rutina mastica las agujas de los días, las piernas de los relojes.
La que era no es y sigue siendo, paralítica espera tirándose arena, la resurrección del pájaro que se llevó sus fémures.

Hay un manto de lamentos sobre la podredumbre de no ser.
La impotencia, el escenario inmóvil donde las manos son muñones que no llegan nunca a acariciar el gato negro de los sueños.

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