martes, 4 de noviembre de 2008

Una hilera de piernas de hombres empiernan, enhuesan
una diagonal empiernada,
de piernas dobladas, geometría de rodillas que triangulan huesos.

Al costado de cada hombre una mujer asiática recién salida de su costilla lo mira con ojos mojados de líquido amniótico.
Senos oscuros se alzan frente a los ojos, gigantes, en un carnaval muerto y nacido.

Una melena inesperada y una cabeza faraónica bostezan adentro de una Pirámide.
Se estira una pierna, se rompen las tumbas,
presagios,
posibilidades infinitas de piernas y huellas.

Zapatos de rey son ahora el disfraz de un bufón,
el palacio se volvió arena y playa en las manos del esclavo que corre
hacia el mar
desnudo.

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