sábado, 9 de enero de 2010

El sindicato de la navidad

Eran cientos de papás noeles golpeando las puertas rojas del sindicato de la navidad.
El secretario general (tenía la piel verde) dormía la mona sobre el mostrador, frente a una botella de vacía.
El árbol de navidad era un pino con animales muertos, pavos, corderos, conejos y chanchos chorreaban sangre.
El secretario tenía una pelada blanca coronada por una guirnalda de turrones.
Dormía la siesta, y soñaba adentro de su sueño.
La navidad era una muñeca rusa desnuda sobre su almohada.

Los papás noeles golpeaban las ventanas, se extraían goma espuma de los trajes abultados, mientras se secaban con falsas barbas las gotas de sudor.
Cantaban las campanas afónicas en los dedos fatigados.

La secretaria inmortal (decían que era hija de Matusalem),
una vieja puta a la que se le iban cayendo pedazos de la cara,
desayunaba y quemaba los deseos de los chicos,
tiraba a la chimenea cartas y vodka, mientras se acomodaba la Robe de chambre para calentar a los viejos que le mendigaban pan dulce cerca de la ventana.

No hay comentarios: