sábado, 23 de enero de 2010

Llegó como un fantasma a la casa después de veinte años,
el piano, ella y su hermana se habían volado.
Un ojo se le había muerto en el camino,
arrastraba una hija en forma de valija,
toda ella era miedo y todo era no a lo que no fuese miedo,
las palabras, las historias y los nombres.


Barcos con muertos vivos navegaban en el living.
Muñecas de la infancia vestidas de luto bailaban la muerte,
Una melodía en el piano, veinte dedos infantiles.
Resucitaban mellizas,
vestidos y moños blancos se despedían del muerto.

El padre acostado sobre la mesa del comedor abría el ojo, la miraba,
se le caía una lágrima y volvía a morirse.

El piso era un tablero de ajedrez
la reina de corazones gritó que le corten la cabeza
ella se desmayó al instante y un conejo perverso dio comienzo a la ceremonia del juego.

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