martes, 5 de octubre de 2010

El derrumbe doloroso,
derrumbado en el tajo del pecho,
Oxidándose,
sinrumbo,
como el manubrio de la bicicleta de un ciclista paralítico.

La leche derramada en los desayunos de las últimas mañanas de los últimos meses.

Las avispas de cola larga en las tazas de miel y musgo que aparecen por la casa cada vez que camino descalza por el techo.

¿Si la libertad es amor, por qué el amor no es libertad?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tal vez simplemente eso no sea amor

Anónimo dijo...

Si retrovil vuelve
yo conforme
no tengo perro
ni soy hueso