domingo, 27 de junio de 2010

Encontrarme con M después de un año y medio fue la explosión de un fuego artificial en el cerebro. Un chorro gigante de ideas, un despertar montada a un arco-iris caribeño. Me dormí sobre el estómago de un gordo invierno gris, desperté una mañana turquesa y blanca en el país donde vive la gente más feliz del mundo. En el muelle de la playa, frente a la casa de M corren niños morenos, mojados y brillantes, como de chocolate, chorreados de luz.

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