martes, 20 de enero de 2009

La mujer del catalejo está del otro lado del vidrio mirando la nieve, dice que no puede escribir palabra y es un espejo. Yo como ella estoy con las manos abiertas sobre el vidrio, de éste lado del vidrio, y la misma desesperación me aqueja por dentro. El calor y enero, resacoso navideño, guirnalditas y arbolitos, todo es de nieve si no escribo. La sensación de estar atrapada en un cilindro de vidrio esperando que lleguen las palabras. El silencio es enojo, enojo que se vuelve nieve aunque hayan 40 grados de sensación térmica. Fue el cumpleaños de la Borba y me despojé de la última cajita con la foto de la mujer del catalejo. La psicodelia sale de la mano de Mompy y de mis hilos vendedores de cajitas, y ahora que estoy callada y aburrida, sin escribir nada, viviendo la vida del empleado esclavo, me alegra ser el agente entre el que compra y el que hace un objeto emotion.
El jueves irá un empresario a la terraza de Momp a retirar sus cajitas. Un empresario con acento gallego que dice que está muerto de ganas de ver su cajita. Piensa que es una, pero Mompi parió tres cajitas. Una adentro de otra forman una mamushka de seis ojos. Hay que ver si compra las tres. Vamos a sacarle fotos cuando vea sus cajitas, como si las cajitas fueran mágicas y tuvieran poderes. Con Mompy nos reímos de la desfachatez. Hay que creer en algo para divertirse. Yo creo en las cajitas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que suerte creer en algo, cajitas o no.