El vacío de las palabras cuando se ausentan,
el silencio impone, somete.
Mi ánimo flota en el viento, siempre a punto de naufragarme.
Si me quedaba callado,
el silencio ocupaba todo mi cuerpo.
Cuando las palabras desaparecían,
y el silencio estaba a punto de borrarme la frente, las manos, los ojos.
Alguien sin cara me preguntaba: ¿te comieron la lengua los ratones?
Yo pensaba en un banquete de ratones, familias de ratonas, ratones y ratoncitos despedazando mi lengua para comerla, esperando que lleguen las doce para abrir los regalos y gritar con la panza llena de mi lengua: feliz navidad.
miércoles, 2 de diciembre de 2009
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