martes, 20 de noviembre de 2007

algo de lo que pasó

Si uno no escribe nadie aparece. Yo que tengo la ilusión cada vez que abro la comisura de que alguien diga algo. Tengo tanto para decir que tengo la mente en blanco. Eso me pasa. Por eso no escribo, ¿Cómo encontrar una forma entre tanta materia? Quizás es el vacío que inexorablemente le sobreviene a lo lleno, la quietud después del movimiento. Aunque no puedo quedarme quieta un minuto, quedé con el envión de un motor acelerado, la locura de un conejo borracho. De la boca me cuelgan miles de palabra sin rumbo, huesitos que dieron forma a un caos convertido en otro caos. No hay cosmos, pero hay forma en el caos. Nunca nadie piensa en los mundos que hay atrás de una representación, tantos puntos salidos de mundos divergentes y apartados que se juntan para dibujar algo y funcionan como un organo desperfecto que trabaja para que algo suceda. Y algo sucede. Una digestión de fantasía colectiva que se vuelve imagen parida, "parida" con el dolor y el vértigo de no saber que hay del otro lado. Hay una máscara de tarde de payaso dando vueltas en mi living, creo que es de chancho, una bolsita de papel picado que quedó afuera de la piñata tirada en el piso. El cuadro de payaso volvió a su punto de partida y me mira cada vez que entro a mi casa, pero me mira distinto porque estuvo vivo e iluminado por manos de linternas mágicas. Abajo de mi cama una máscara y una peluca de payaso, en mi placard un traje de tía naranja fluor, un vestido de niña estrellado, y las botas y la remera amarilla de una niña que encarnaba la tristeza, y se metía en la cama de una abuela muerta que era yo. Cande 1 ( mi actriz) y cande 2 ( yo) viviendo el mismo sueño que soñó una noche la directora de fotografía. En el momento le dije "Cande, yo estoy sintiendo muchas cosas, ¿y vos? Y ella dijo "también" con esos ojitos negros de seis años que nunca mienten. A mi amigo Martín se le piantó un lagrimón cuando la oyó rezar junto al supuesto cadáver "ángel de la guarda dulce compañía no me desampares ni de noche ni de día". Yo nunca vi esa escena, porque desde que empezaron a iluminarla me planté como muerta en la cama. Tenía el pelo canoso y la cara aventejada. Sentía luces calientes en los cachetes, y vestía el camisón de la madre de una de las asistentes de producción. Solo abrí los ojos para darle alguna indicación a Cande 1 y los volví a cerrar. Ella dice que es la escena del corto que más le gustó hacer. Me acuerdo de la voz de Juan viniendo desde el piso de abajo gritando "corte". Yo estaba adentro, como en la pansa de una ballena.

1 comentario:

PATO dijo...

Los que la estabamos mirando abajo, desde el monitor, también nos permitimos dejar escapar un lagrimón. Por la escena, por los apurones, por todo, porque si bien faltaba un día de rodaje, Tarde de Payaso nació allí, antes se estaba gestando, ahora está creciendo.