viernes, 26 de marzo de 2010

Los celos son la deformación del amor.

El celador ve al objeto amado a través de los ojos monstruosos de sus celos,
lo cela,
lo deforma,
lo cosifica,
quiere extinguirlo para siempre aunque eso signifique aniquilarse a sí mismo.

El sujeto que cela padece un fenómeno de desdoblamiento,
odia con dientes de perro rabioso porque ama al otro con cada gota de su sangre,

El despecho es como una gran teta venenosa,
incesante de mala leche.
No hay recetas para impedir los celos, no hay curas, ni pociones mágicas,
el que cela padece una enfermedad crónica.

Si el sujeto celante desfigura al amado en el espejo de sus celos de minotauro,
el amado se convierte en presa, la ciudad en laberinto.
Dos personas que sienten afinidad una por la otra corren el riesgo de amalgamarse hasta el infierno.
Entre el amor y la enfermedad hay un dedo de distancia.

No hay comentarios: