martes, 8 de julio de 2008

Doorville

(Retrovil está distraída pedaleando. Vuelve de lo de Damvan. La noche está fría. Conversaron como siempre acerca de los defectos de Retrovil. )

Falta un salto en un pie,
hay una piedra que duerme hace tiempo en algún lugar de la casa, ella no sabe dónde, y
/ahora se mueve y la oye.
Estirará el pie. Pateará.
Copa, caballo, espada, todo eso en una piedra que volará hacia Copacabana.

Hay pasajeros en tránsito y un camino con carteles que dicen “prohibido darse vuelta.”

(Retrovil mira el piso y ve un círculo de aerosol verde y fucsia. Adentro se inscribe la palabra Doorville)


Doorville es una ciudad de pasillos circulares con puertas.
No hay ojos en Doorville.
El presente es sordo, apenas un murmullo lejano.
Tiene la atmósfera de la sala de espera en la que el padre mira el reloj y espera el llanto del
/hijo que no nace.
Es un pasaje melancólico.
Detrás de algunas puertas hay muertos que todavía hablan.

No hay tierra firme adónde tirar un zapato. Están prohibidas las bicicletas.
No hay noche, ni día, no hace frío ni calor.
En Doorville se está solo, no hay un alma a la redonda, aunque nadie podrá dejar de sentir
/que alguien espía del otro lado de la puerta.

No hay ojos en Doorville.
Los pies tienen miedo,
está prohibido retroceder.

A medida que uno avanza retrocede, la memoria se expande, los muertos hablan lenguas
/muertas y pareciera que solo hay lugar para muertos aunque inevitablemente una de las
/puertas se abrirá viva.


(Aparece un taxi negro con una línea amarilla y se acuerda de Dorothy que seguía el
/camino amarillo. Lo frena. Es de noche.)
Marcus-mago de Oz.

Hay una puerta en Doorville que siempre conduce a lo de Marcus y a las cartas de tarot
/inventadas por él.
Las plantas sobre la TV, la lámpara narcotizada por una servilleta naranja, hay un altar, se acercan algunos a preguntar, se miran en los espejos que tiene Marcus en las palmas de las
/manos.

Marcus no tiene un espejo propio, es el espejo de todos, es la gran bola que gira, es música
/entre idiomas y extranjeros que entran y salen.

Hay un androide sin sexo que tiene mitad de la cara de Retrovil y mitad de Marcus,
vive adentro de una Laptop,
hay un largo pasillo en Doorville que tiene en las manijas de las puertas la cara del androide.

En la casa de Marcus hay un rasta man de cerámica blanca con los collares de Bob Marley, hay decenas de vírgenes, la tapa del disco de vinilo de Janis Joplin,
la psicodelia en los guantes de goma naranja y los anteojos de colores que se pone Marcus.

Retrovil le pregunta por el miedo, la piedra, el viaje.

Corta las cartas, la oreja de Retrovil es un caracol en el que suena el murmullo de Doorville, que es el murmullo de lo incierto,
del abismo que hay entre un lado y el otro lado de la puerta, son los muertos que la llaman,
/las sirenas de Ulises.
Los mares son pasillos circulares,
no hay mástil al que amarrarse.

Tres cartas alineadas inventadas por Marcus: la empanada, el ego- sex trip, el estúpido.
El miedo enquistado adentro de la oreja,
el yo-yo masturbatorio del miedo,
las sirenas de Ulises quieren enfrascarla en una cocina estéril de harina muerta.
Hay tumores en la empanada que tiene en el repliegue la huella de sus dedos.

El agua despierta a los que están dormidos o están a punto de dormirse,
aparece en una carta.
En el espejo de las manos de Marcus: el agua arrastra la piedra, las sirenas flotan muertas en el mar,
la ducha cae sobre Retrovil.

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