lunes, 14 de julio de 2008

Un día asqueroso

Los cigarrillos no alcanzaban,
ella se los tragaba,
como ese agujero en el centro de la casa,
a dónde iban a parar todas las cosas. Caminaba por los bordes
miraba el agujero
y no había nada.
Apretaba botones para accionar el llanto, para encontrar algo adentro de una lágrima, la música se trababa y Jaques Lebrel también se caía mostrándole sus dientes de caballo,
caía
caía
caía en el agujero.
Ne me quitte pas, Jaques,
Ne me quitte pas.


Arañaba los mosquiteros sin uñas,
El teléfono una pared de cemento,
en la que rebotaba,
rebotaba,
caía otra vez al lado del agujero,
miraba,
sus cosas no estaban,
solo dientes masticadores de señores viejos y amarillos haciendo una larga digestión.
Asquerosos, se devoran mis cosas- gritó Retrovil.


Buscaba una peluca que la distraiga de sí misma,
pero no tenía pelucas, todas se habían ido con Madame Rivau en el submarino de la torre.


El espejo del baño le mostraba una mujer descabezada,
y atrás de ella varios hombres sin cabeza, sosteniendo
la cabeza de ella sin pelo.
A través de la ventana volaba el velo de una novia.

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