miércoles, 5 de diciembre de 2007

Crónica insólita de mi amiga Morita ( pedida especialmente para el blog)

Hace unos meses que vivo en el barrio de Once. La mayoría de mis vecinos son religiosos y acá estoy viviendo como en una de esas películas de Burman. Nadie (casi) me contesta el saludo y aprendí entonces a no saludar. Todo hasta aquí no es mas que uno adaptándose a un nuevo hábitat donde las costumbres son otras y un desafío divertido. Al menos así era hasta ayer.
Los vecinos de mi mismo piso habían sido los primeros en mirarme fijo a los ojos sin contestar mi saludo cordial al compartir el ascensor o cruzarnos en la escalera. Las niñas de entre 3 y 6 años me miraban con caras de susto si yo intentaba sacarles una sonrisa alguna vez. Pero lo de ayer fue terrible. Hacía rato que no me pasaba, es mas, no recuerdo cuando ni donde pero si se que fui tele transportada otras épocas de mi vida.

Esperaba con las valijas y unos cuantos petates en el hall de entrada del edificio, mi novio C. había ido a buscar el auto para así emprender un lindo viaje de trabajo a Entre Ríos. Optimismo y expectativas. Dejar la gran ciudad. Atrás los olores de un edificio hacinado, donde desde cualquier ventana ves a tu vecino en calzones revolviendo la cacerola que los genera. En eso se estaciona con balizas frente a la puerta el auto de los vecinos, bajan las tres niñas y mientras se acercan a la puerta veo a la empleada que viene desde el ascensor del fondo a recibir a las criaturas. Es la hora del almuerzo, pienso. Que lindo todo. La mujer abre la puerta, entra una de las niñas (tendrá 7 años) y al verme parada en el hall se me acerca y mirándome fijo a los ojos, levanta en alto un brazo y congela. La miro, esperando, pensando qué catzo estará por hacer. Entretanto la empleada manipula a las otras dos criaturas y sus mochilas del otro lado del vidrio. Cuando ya el silencio era largo y ALGO tenia que suceder, la niña descarga con toda su fuera su brazo y su puño cerrado contra mi pecho. De onda.
Una furia me brota de los pies a la cabeza. La niña se aleja de mi del otro lado del hall, y como si no hubiera ya hecho lo suficiente, empieza a hablarme en idish (idioma que no manejo, salvo de haber escuchado algunas palabras en los festejos en casa de C que comparten la religión y costumbres).
Qué hago? Se la devuelvo con toda la furia como se merece, con la misma furia que descargo sobre mi? Pero tiene 6 años!!! No, no, no. No debo pegarle a un adulto, digo, a un niño. Yo soy la adulta, ella la nena, claro. Ella pega y yo no. Es así, es la ley, estoy atrapada dentro de la ley. No importa que este tele trasportada y que este pequeño demonio me haga sentir una pobre infeliz de un cuarto de mi edad actual. No importa. Adulto no pegar a niño. Y entonces? La dejo pasar mientras la empleada se hace la boluda y lucha con los otros niños para que entren al edificio?
No. Entonces decidí mirarla fijo a los ojos y decirle aquello (creo que fue algo asi, la emoción violenta me impidió recordar exactamente aquellas palabras pero creo que fue algo asi: “PENDEJADEMIERDAMEVOLVESAPONERUNAMANOENCIMAYTERRROMPOELCULOAPATASAMENTENDISTELAPUTAMADREQUETEPARIO.”
Qué espanto estarán pensando. Bueno, la niña ni se inmuto. Seguía hablándome en aquel idioma incomprensible para mi. No pensaba terminar con el asunto? Entonces me asegure de acercarme un poco más y que me mirara fijo a los ojos y solo repetí. Ahí si. Se callo. Entendió que todo aquello era una puteada, algo dirigido a ella por aquello que acababa de hacer algo malo conmigo. Me había desquiciado, el pequeño demonio me había hecho daño.
Entra la empleada con los niños, había escuchado todo porque la puerta de vidrio estaba entreabierta. El demonio dice ahora viéndome a mi ahí parada con los bártulos de viaje y las tremendas ganas que tenia ahora de salir a explorar el mundo entrerriano: “Te van a venir a buscar?” “A VOS te van a venir a buscar…” le digo haciendo un gesto de ojito-ojito con el dedo, “Tené cuidado”. Fue como si la hubiera amenazado de muerte.

Juro que jamás había vivido algo así. Que nunca había puteado a nadie con la necesidad y la bronca como ese día, ni había sentido que esas palabras eran mi única herramienta para defenderme del enemigo. Había ganado? Había perdido? No sabia que pensar…
Pero entendí que tal vez nada había pasado para esa nena malísima, porque mientras la llevaba para el fondo la empleada le preguntaba que porque me había pegado, a mi, la chica en la puerta y que la iba a acusar con su papá, la nena gritaba simplemente “Porque siiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!”

El mundo puede ser un lugar hostil, porque si.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

morita siempre escribió muy bien.

Candelaria Frías dijo...

anónimo veneciano, quién sos? Me mata la curiosidad...

Anónimo dijo...

¿ empezamos de nuevo ?
soy jan

Anónimo dijo...

Jan:
acá te paso el Blog de una jobata de tu edad con mucha onda. Creo que te va a gustar. http://www.viejossonlostrapos.blogspot.com/. y vos no tenés Bloch?

Anónimo dijo...

jan, hace rato que te veo janfiloso por ahi. pensaba si algun dia nos cruzariamos en algun lugar y aca estamos. alegria. un abrazo grande
sofi

Anónimo dijo...

como no nos vamos a cruzar morita si te ponen con foto y todo; ! así cualquiera che ¡
Cande, ni pienso tener un blog; a mi me gusta que trabajen los demás y yo entrar a joder un poco.

Anónimo dijo...

Morita. Gran relato.

Anónimo dijo...

gracias matildas. igual nadie ha hecho comentarios acerca de lo sucedido en el relato con la pequeña demoñia...
pero, matidas who art though?