martes, 25 de diciembre de 2007

Refexiones del carnaval carioca en lo de Omar

Fue una tarde de pileta en lo de Omar, entre finas hierbas, cervezas y tortas que eran una fiesta al paladar, reparamos entonces en el absurdo fenómeno del carnava carioca. Hay cosas insólitas que hacemos a diario, sin jamás percatar el absurdo. Por ejemplo bailar el carnaval carioca, ( que tire la primera piedra el que nunca lo ha hecho). Es un fenómeno importado maravilloso. Generalmente es el momento cachondo de la fiesta, cuando ya hemos ingerido hasta el agua de los floreros, y la libertad es absoluta. Para disfrazarnos de Brasucas es necesario perder todo tipo de represión y verguenza, eso quiere decir estar mamado. Hasta el viejo más serio se pone cachondo en ese momento. Y los viejos verdes esperan ansiosos el momento del carnaval carioca para agarrar las caderas de la dama que menea y que se produsca el frotamiento de los cuerpos ( y si no le da la jeta, puede ponerse cualquier máscara que encuentre, o algún sombrero absurdo para tapar la pelada) . Se entrega el cotillón, y uno puede enmascararse de demonio, chancho, ( da lo mismo) y el pacto tácito es perder ese " que se yo " de ser argentinos, de vivir pensando en la mirada del otro. De a poco el rictus de la cara se ablanda, y los más comprimidos se quitan el palo del ort.

Es entonces cuando de repente estamos en " ehhhh Brasil Tropical". Y se entregan unas tetas gigantes de cotillón ( otro fenómeno extraño). Parece que la fantasía de ser brasileros, y contornearnos como tales, va acompañada a la de tener tetas grandes. No hay edades, porque el carnaval carioca es de todos, y hasta los viejos más espásticos pueden permitirse el meneadito, quizás hasta lo practiquen en el baño de la oficina. Quién sabe. Si sonara en las playas el carnaval carioca, entonces todos los machos argentinos se animarían a ponerse la sunga y las mujeres perderían el terror a los kilitos de más. Andaríamos todas medio en bolas sin importar nada el "qué pensarán". Habría menos anoréxicas. Esa tarde había en lo de Omar y Franco una pareja de brasucas que escuchaban anonadádos el fenómeno. Antes no podían sospechar que nuestra sociedad tuviera la costumbre en fiestas y parrandas de abrasilesarse, de jugar a ser ellos. Fueron ellos los que nos revelaron que en verdad el " pe pe pepepe" no es tal sino " te te tetetete".

Esa tarde se hablaron de muchas otras cosas insólitas. De la pobre María Muchastegui y su triste historia de como se cagó la carrera con una simple flatulencia. ( algo que todos escondemos pero que hacemos a diario) Pienso que si María Muchastegui hubiera sido brasilera, aun estaría en las pantallas de la tele dando clases de gym. Quizás tendría que inventarse una gimnasia carioca, entonces perdería el terror a volver a insertarse en el mercado, porque sabría que en el carioca, como dicen los mexicanos "no hay pedo wey" y tete te te te....

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eah! La pasamos genial ese día.
Y ahora en época de fiestas, también me quedé sorprendido cómo amigos que no están bautizados ni jamás pisaron una iglesia, te dicen 'FELIZ NAVIDAD'. Me pregunto si sabrán el significado de la fiesta en sí, o al menos de la palabra navidad, no? Cosas que se van desfigurando a través de la historia, a tal punto que la navidad se ha convertido en un gordo vestido de rojo que reparte regalos capitalistas (en pleno invierno), en lugar del nacimiento de un filósofo del cual millones de personas se hicieron devotas de él, aunque bastante prostituidas, devotas al fin.
Un invento más para copiar a los anglosajones, ponerse en pedo y tirar fuegos artificiales. No si la humanidad está perdida...

Saludos y Feliz Navidad!

Anónimo dijo...

Franquito yo no encuentro tan absurda la celebración de la navidad, sobretodo porque es un mito maravilloso. Yo ni creo ni dejo de creer, pero acompaño a Misa a mi madre cada 24, y me conmuevo con la parábola bíblica. Los mitos están vivos, y ya no importa creer o no creer, y aunque esté tan alejado todo del niño Dios, hay algo de emoción auténtica en todo.