martes, 25 de diciembre de 2007

Reflexiones del carnaval carioca de mi amigo Franco

"Carnaval carioca fuera de Buenos Aires no es argentino.Tal vez esa rivalidad que nos marcó durante años, y que post-crisis "quesevayantodos quenoquedeniunosolo" nos dimos cuenta que era absurda. Pues ellos tienen a los chongos más chongos, a las minas más tetonas, manejan mejor y juegan mejor a la pelota (pentacampeão). Bailan como si fuera condición para ser brasileño. Además son 183 millones, la quinta o sexta economía mundial y tienen las mejores y más extensas playas del mundo, sin contar la selva más tupida y vital que exista en este planeta. Tal vez por eso, vaya a saber desde cuándo, los tortolitos que se casan en Argentina decidieron imitarlos a ellos en una especie de copia utópica que nos demuestra lo poco hermanos que supimos ser y lo mal que anda el Mercosur que creemos que la cultura brasileña es Pepé Pepé Pepé (sin saber que en realidad es Teté Teté Teté) y Xuxa felatiando a Menem. Cómo surgió el carnaval carioca es algo que me desvela. No nació en Copacabana o Ipanema, sino a orillas del Río de la Plata, del lado argentino (no del lado de los sucios y contaminantes uruguayos que vienen instalando fábricas en el Riachuelo desde tiempos remotos...) que, con mate en mano, decididos a dejar la nostalgia del tango por unos momentos, quisimos alegrar la fiesta-casorio con esa especie de fervor-cliché brasileño. La exuberancia natural carioca (brasileña en general pero carioca puntualmente para este análisis) nos llevó a que un grupo de argentinos deprimidos por saber que el 6 a 0 de Perú del año 78 fue arreglado, que Perón no hizo más que dejarnos a Isabelita-Triple A-Dictadura militar de regalo, que el asado es muy rico pero trae cáncer de colon y que 'banana não tem caroço mas têm filamento groso que dificulta sua masticação', quisiéramos copiar ese ritmo, esa pulsión de vida en un popurrí de canciones cuya secuencia determinaría la llegada de la pizza party y el cotillón a todo casamiento. Tal vez el amor por lo ajeno nos llevó a querer copiar sus meneos (incluyendo a viejas gordas que desde hace años no hacen más que amasar ñoquis sentadas hinchándose las várices y pseudo-buenos-futbolistas tacheros con hemorroides de tanto darle al choripán de la Costanera Sur) en el afán de olvidar la nostalgia porteña y jugar a ser europeos en busca de lo exótico. No tan exótico, pues Brasil es un país hermano mayor al que nos gusta copiar y tenemos que hacerle caso, pero con esas ganas que tenemos de que Buenos Aires sea la París latina, preferimos pensar en el Brasil como un remoto y tropicalísimo país cuya vegetación y sexualidad exuberantes nos hipnotiza y nos hace pensar en otra cosa que no sea Gardel, sus depresivos tangos y su triste historia. Quién sabe en el país 'maior do mundo' también copien nuestra nostalgia y haya una sesión obligatoria en todo velorio que se llame 'nostalgia porteña', donde dejen de lado a Rita Lee y adoren la figura de Alfonsina Storni suicidándose en un mar de lágrimas, frío y ventoso. Yo me pregunto si Maradona cuando se casó en el Luna Park bailó el carnaval carioca en honor a Pelé o su merquera-popular-soberbia característica lo hizo sentirse Dios por unos momentos (de los cuales sale solamente cada vez que lo internan) y en el momento del ritmo tropical fue a darse unos besos y unos saques con su entonces íntimo Copolla (no Francis Ford). Yo me pregunto qué estamos esperando para declarar al Carnaval Carioca como parte del folclore nacional porque, les aseguro que en Brasil, nadie conoce ese popurrí de canciones absurdas que intentan divertirnos en el momento en el que los novios, después de haber saludado en el atrio, se están por escapar a la noche de bodas, ella con 30 cm menos de pechos y él con 15 menos de pene que si hubieran nacido en tierras de Xica da Silva."
Franco Bertolucci-- fotolog.com/FrancoBertolucci

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